04 julio, 2006

¿Es cutre ahorrar recursos naturales?

Pongo en duda que a estas alturas haya muchas personas que desconozcan algunas de las consecuencias de sus actos, en una sociedad saturada de información y en la que decenas de campañas y proyectos han generado una masa estable de ciudadanos sensibilizados y a la vez insensibles hacia su (nuestro) entorno. Porque ¿quién puede presumir de no tener remota idea de lo que tarda un filtro de cigarrillo (décadas) en descomponerse, los litros de agua dulce que inutiliza (cientos de miles) el contenido de una pila botón o los metros cúbicos de agua potable (uno y medio) que en nuestra latitud consume de media un metro cuadrado de césped por año?

Y sin embargo, ¡cuánto parece que nos cuesta poner en marcha todas las medidas que, acompañando a la divulgación sobre los problemas, nos han proporcionado! Bajar las persianas por el día y ventilar a la caída del sol no es suficiente cuando hay resolutivos aparatos de aire acondicionado; ponerse de acuerdo para llenar el coche si no hay un satisfactorio transporte público no nos llena, siempre es mejor oír a solas nuestra música; prescindir de las pilas o usarlas recargables no tiene comparación con el placer de usar y tirar. Pareciera que sufriésemos el desprestigio si comenzásemos a aplicar y a difundir tan conocidas medidas de ahorro. ¡Qué cutres los adaptadores de red eléctrica! ¡Cuánta vulgaridad la de los jardines sin césped o plantas exóticas! ¡Basta ya de darnos la paliza con aislar la casa o desenchufar los electrodomésticos cuando no se usan!

Ignorantes voluntarios, preferimos la ostentación hasta en esos pequeños detalles. Hacemos mofa de quien ahorra - pensando quizás en la herencia de sus nietos- y esperamos a que la sequía o el mercado lo hagan por nosotros o nos lo impongan, olvidando que sólo se puede ahorrar cuando se tiene.

Andrés Bermejo García
Director Técnico de INATUR Sierra Norte, S.L.

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