23 julio, 2008

"Refugiados de la Tierra. Migraciones por el clima en África" de nuevo en la EXPO ZARAGOZA 2008.


Hoy, 23 de julio de 2008, en la Expo Zaragoza 2008 se volverá a proyectar el documental "Refugiados de la Tierra. Migraciones por el clima en África" de Inatur Sierra Norte, S.L. y la Fundación Escenarios de Sostenibilidad.

Esta proyección tendrá lugar en el pabellón "Tribuna del Agua", dentro de las jornadas del Cine del Agua.


Más información en:


El documental "Refugiados de la Tierra. Migraciones por el clima en África" en la EXPO ZARAGOZA 2008.


El sábado 19 de julio de 2008, Inatur Sierra Norte, S.L. y la Fundación Escenarios de Sostenibilidad estuvieron presentes en la Expo de Zaragoza para presentar su documental "Refugiados de la Tierra. Migraciones por el clima en África".





Tras la proyección y junto con Jordi Rovira, director del documental "La Selva envenenada" se participó en un dialogo titulado "El cine, denuncia y compromiso" en el que se comentó la ventaja de utilizar proyectos audiovisuales como herramienta para denunciar agresiones contra el medio ambiente y contra el ser humano. Al mismo tiempo sirvió como ventana para dar a conocer cómo fue el proceso de desarrollo de ambos proyectos audiovisuales, así como los detalles acerca de la temática de los mismos, una temática que interesó y que dió pie a que los propios asistentes al evento preguntarán y participarán en la sesión.







20 julio, 2008

INFORMACIÓN Y SENTIMIENTO

Lo que tiene de desafortunado la sociedad de la comunicación (y de la publicidad) en que vivimos es precisamente eso, que se cumple el primero de sus objetivos. Cada vez estamos más informados, somos incluso más conscientes sobre los problemas (el problema) ambientales y conocemos tan ¿de primera mano? hechos, causas y posibles efectos que ya no sólo somos capaces de polemizar sobre si Raúl es el mejor delantero del Real Madrid y de la Selección y nos atrevemos a negar o a afirmar sin rubor si el cambio climático está sólo en los simuladores de los científicos o es un hecho. Y no sólo eso; la contribución de cada combustible fósil al calentamiento global, el efecto de cada temporada de incendios y la veracidad de la subida o bajada absoluta del nivel del mar son objeto de tertulia y debate entre tapas o mientras paseamos.

Pero, para variar, como sociedad seguimos haciendo poco o, por lo menos, con poca intensidad. Los minúsculos gestos individuales y cotidianos, tan necesarios, se siguen haciendo esperar en la gran mayoría de la población. Quizás se deba a que “encajamos” la información en lugares diferentes, según nos convenga o según nos la presenten los medios de comunicación de masas. La información sobre problemas ambientales suele empezar y acabar en la parte reflexiva y racional de nuestras cabezas. Solamente cuando percibimos la amenaza sobre lo vinculado a nuestro ego (nuestros hijos, el bosque de mi pueblo, la playa en la que nos enamoramos o nuestras futuras dificultades económicas) acaba en la zona afectiva (por favor, neurólogos abstenerse de valorar mi ejemplo; es sólo una forma de contarlo).

Para ver si hay algo de verdad en esa hipótesis, os propongo un juego. Ante dos recientes titulares, valorad sinceramente cuál aporta información ligeramente neutra y cuál emociona, sea cual sea la naturaleza y la intensidad del sentimiento:

- Sebastián destaca que el plan de ahorro de energía será "bastante potente". (9 de julio de 2008).
- El precio del crudo baja hasta los 135 dólares. (9 de julio de 2008).

Siempre se ha dicho que la educación ambiental necesitaba de la información y de la capacitación como ingredientes indispensables que separasen sus propuestas de los dogmas y del adoctrinamiento. Pero nuestra vida y más en concreto nuestro estilo de vida sólo pueden cambiar con sentimiento, con ganas de hacerlo y de que sea perdurable. Empecemos.

Andrés Bermejo

19 julio, 2008

El mundo al revés

Nos hemos acostumbrado a una planificación de tráfico urbano coincidente con casi todas las ciudades españolas. El uso del estacionamiento regulado en nuestras calles es habitual y nuestros dirigentes venden la idea como la solución al uso indiscriminado de nuestros coches. Con ello minimizamos la polución en nuestra ciudad y ahorramos energía y combustible, además el Ayuntamiento recauda algún dinero para incorporarlo en futuros presupuestos que mejoren, si cabe, nuestra ciudad. Después de leer esto da la impresión que no tenemos derecho a quejarnos, es todo tan perfecto que sería delito criticar tan maravillosa medida. Pero hagamos un ejercicio demagógico y sibilino, no es tan malo, nuestros dirigentes lo hacen constantemente aunque critiquen su uso de manera también constante. Pensemos. El tener que pagar por aparcar nuestros coches en la calle bajo unos estrictos horarios, nos obliga a pagar más y pensar que simplemente es una medida recaudatoria ¡Hay que ver que mal pensados somos los ciudadanos! o a mover de nuevo el coche porque se nos ha agotado el tiempo de estacionamiento. También es bueno recordar que la normativa municipal de estacionamiento de casi todas las ciudades, penaliza a los vehículos que están aparcados en el mismo sitio durante más de tres días aunque no se encuentren en zona vigilada de estacionamiento. La cuestión es que un vehículo aparcado está en estado latente, inerte, no gasta, no contamina, sólo ocupa un lugar en nuestro espacio, lo que sí gasta y poluciona es cuando lo movemos. Imaginemos nuestra ciudad idílica con transporte público con precios asequibles, nuestros coches aparcados y que sólo se cobrase a los coches que circulan, sería otra cosa ¿Verdad? Posiblemente se recaudaría menos o quizás más, pero puede ser que el ahorro energético, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y tóxicos, el ruido y otras molestias, serían menores. En resumen, en este momento, se grava al ciudadano por tener inmovilizado el automóvil y no al ciudadano de pro que puede estar un día entero dando vueltas por el centro de la ciudad contaminando, haciendo ruido y promocionando de forma gratuita a las marcas de fabricantes de coches favoreciendo, aún más, la compra de nuevos vehículos. Es como si nos cobraran por tener el grifo del agua de la cocina cerrado y no nos cobrasen por tenerlo abierto de forma indiscriminada o quizás, en un futuro, nos cobraran en un parque por estar sentados en vez de ir corriendo, aunque esta última medida favorecería el tránsito, en este caso, el cardiovascular.

Eduardo Lamana
Biólogo