30 septiembre, 2007

Un buscador en oscuridad

He recibido el mail de un amigo con la siguiente noticia, que me gustaría compartir:

Una medida importante para ahorrar energía es utilizar www.blackle.com como buscador. Blackle es un proyecto de google que cambia su diseño, y en lugar de tener una pantalla blanca con letras negras, tiene la pantalla negra con letras blancas. El ahorro de energía si todos utilizaramos blackle sería enorme. Es un pequeño gesto que significaría mucho.

28 septiembre, 2007

PREGUNTAS AHOGADAS

¿Qué está pasando en el mundo?

«...Actualmente se calcula en más de 25 millones el número de personas desplazadas de sus hogares debido a causas medioambientales. Son conocidos como “refugiados ambientales”. En el año 1998 superaron a los desplazados por las guerras, y en 2010 podrían llegar a ser más de 50 millones de seres humanos afectados por esta situación...».

¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar?

«...Las causas ambientales que fuerzan estos desplazamientos son sequías, plagas, desastres naturales, accidentes industriales y nucleares, que en la mayoría de los casos van acompañadas de hambrunas y conflictos armados. Dichos conflictos generan nuevos desastres que agudizan el deterioro ecológico (aglutinamiento de población, sobreexplotación de recursos, utilización de armas químicas, destrucción de cosechas...), convirtiéndose los refugiados ambientales en víctimas no exclusivas de los desastres naturales...».

¿Existen soluciones?

«...Los refugiados ambientales huyen del desastre artificial y natural que les asfixia intentado buscar no “mejores condiciones de vida”, sino simplemente vida, en países menos deteriorados, sin conflictos y con mayor riqueza de recursos».

Mientras algunos creen que la solución pasa por el establecimiento y control físico de las fronteras, otros opinan que los países mas “ricos” deben pagar su “deuda” y solucionar los problemas humanos y ambientales creados por su, hasta el momento, insostenible desarrollo económico...».

¿Tú que opinas?

Autor: Rocío Llanes

Mas información: http://www.ifrc.org/

Acerca de los humanos...

14 septiembre, 2007

Carta del Gran Jefe Seattle al presidente de EEUU

Para no olvidar: Esta es la respuesta del gran jefe Seattle en 1854 a Franklin Pierce, presidente de los Estados Unidos, cuando hizo una última oferta por una gran extensión de tierras indias antes de lanzar el exterminio, prometiendo crear una "reserva" para el pueblo indígena...

El gran jefe de Washington manda palabras, quiere comprar nuestras tierras. El gran jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranzas. Esto es amable de su parte, puesto que nosotros sabemos que él tiene muy poca necesidad de nuestra amistad. Pero tendremos en cuenta su oferta, porque estamos seguros de que si no obramos así, el hombre blanco vendrá con sus pistolas y tomará nuestras tierras. El gran jefe de Washington puede contar con la palabra del gran jefe Seattle, como pueden nuestros hermanos blancos contar con el retorno de las estaciones. Mis palabras son como las estrellas, nada ocultan.

¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos, dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán, ustedes comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo.

La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan de su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas.

Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.


Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente el agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes.

El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objeto que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.


El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento - la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré condiciones: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo al nosotros matamos sólo para sobrevivir.



¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que le suceda a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos. Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos, todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra.

El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, no queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que Él les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. Él es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco.

Esta tierra tiene un valor inestimable para Él y si se daña se provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirían, quizás antes que las demás tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos porqué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde esta el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.

Autor:
Jefe Seattle.


Nota: Las fotografías pertenecen a Mr Stein, seudónimo de Jared Stein. Vía www.flickr.com



12 septiembre, 2007

Ahora ella, le despreció

Tras las clases, la pequeña Ana, acudía corriendo a su cita con los juegos. En ese diminuto circo romano encofrado en el cristal de conservas en desuso de su abuela, preparaba condenados que hacía presos en el patio de su escuela. Sus primeros experimentos consistieron en seccionar las antenas de cuadrillas de hormigas hermanas y, ciegas, batallaban hasta quedar extenuadas.

La ambición del espectáculo fue en aumento y el cortejo de gladiadores diversificándose. En una ocasión su padre le aportó una mantis religiosa de cortantes tenazas, que mantuvo el cetro de campeona largo tiempo pasando por sus cuchillos infinidad de saltamontes, avispas, grillos, e incluso, una pequeña lagartija. Como el mejor de los césares, rendía culto a la fiereza de su favorita ofertándole retos cada vez mayores. Así, con ojos entre idos y admirativos echó a la arena su último trofeo: una enorme araña de jardín. Aunque la batalla prometía, la decepción sorprendió a la colegiala cuando, en milésimas de segundo, vio como volteaba y clavaba los quelíceros succionadores en el abdomen del insecto. Apenas tuvo tiempo de realizar el ritual del pulgar ejecutor. En cualquier caso, de haber tenido oportunidad, el dedo le hubiera temblado ante el panorama de perder tan magnífico animal. Con más enfado que respeto por el nuevo ganador, renunció a su gloriosa actividad vespertina y le mantuvo en estricto ayuno durante cuatro días. Despreocupado de tal castigo, el arácnido se fue enseñoreando del espacio extendiendo su tela a diferentes alturas del perímetro de su transparente prisión.

Templado ya su orgullo, la pequeña dictadora, vio en esta circunstancia una variante en su cruel diversión. Y volvió a jugar, y volvió a cazar eligiendo como coto el vidrio de las ventanas, donde las moscas repiqueteaban con sus cabezazos y se posaban a observar el inalcanzable paisaje exterior. Incansablemente, observó una y otra vez cómo la tejedora accionaba sus ocho patas para hacer presa y ovillos de sus víctimas. Y la afición seguía su curso hasta que un día dio con un moscardón. Al igual que las anteriores inocentes, al ser empujado por la boca del bote de las batallas, se enredó con facilidad en la seda fatal. De algún modo, la araña se percató del tamaño de la nueva presa pues no hizo los aspavientos de desperezamiento habitual y tensó toda su anatomía como un resorte. Avanzó sobre sus hilos con cautela, pero decidida. El ser alado también pareció ser consciente de que una horrible muerte se aproximaba pues, de repente, comenzó a temblar hasta que arrancó lo que le sujetaba y salió lanzado estrellándose sonoramente contra la tapa del habitáculo. La niña se asustó. Aprovechando el aturdimiento del díptero, la enredadora se lanzó en pos de él. Lleno de pánico realizó un vuelo suicida hacia el suelo atravesando y destrozando desesperadamente las redes. Y de nuevo, la ágil equilibrista, corrió en busca del bocado. En esta ocasión logró enganchar una de las patas traseras y Ana presenció este momento con verdadero horror. Notó una intensa vibración en sus manos mientras sujetaba su pequeño circo. La mosca se estiraba para huir y las paredes cerradas amplificaban el zumbido dándoles matiz de gemido. Volvió a escapar varias veces hasta que la tejedora puso fin a la historia, pero a la infante se le grabó esa petición de socorro, casi humano, desesperada a la que no fue capaz de atender. Aquella fue la última función que quiso presenciar. Experimentando la crueldad vivió el arrepentimiento y la piedad.

Como otras veces, su padre le trajo un nuevo compañero de juego, un nuevo regalo... ; pero ahora ella, lo despreció.

Nota del autor: Como quiera que todo buen zoólogo ha tenido una infancia turbia en sus primeros contactos con su amada fauna, rescaté un relato de ficción, con tintes autobiográfico de una experiencia que espero toque la fibra del respeto por esos maravillosos compañeros de viaje en este planeta. Donde hubo pecado, sobreabundó la Gracia, dicen.

10 septiembre, 2007

Lavapies multicolor.

He quedado a las 7 en la Plaza de Lavapies, el sol comienza a ponerse y se va tiñendo todo lentamente de dorado. Decido caminar para disfrutar el atardecer fresco y cálido a la vez.
La calle comienza a transformarse a medida que voy subiendo. Veo a algunos chicos jóvenes de raza negra, con sus largas túnicas.

Avanzo un poco más y comienzan a aparecer las tiendas árabes a ambos lados de la calle vendiendo de todo: carnes, productos para guisar, vestimentas, música, olores a especias… Entre me dio se van levantando tímidamente tiendas de origen africano como peluquerías, restaurantes, locutorios… Camino más y me interno en otro mundo, en el que viven varias nacionalidades, como una sola. Escucho diferentes dialectos que se mezclan con el español.
Sigo avanzando y veo al fondo la Biblioteca de una universidad que justamente queda en una de las esquinas de la Plaza., me dirijo hacia ella.
Espero sentada en un banco de renombre, sentada frente a su entrada.Estoy en la plaza de Lavapies a un costado de la boca del metro.Para variar no tengo lápiz ni papel, y me brota a borbotones la necesidad de escribir.Corro al chino más próximo a comprarme una libreta pequeña y un bolígrafo.Tanta gente comienza a marearme, su movimiento se mete en mi estómago.

Pocos españoles, pocos.
Los colores de la plaza van cambiando según el sol que la acaricia.Por las tardes veo que se ha integrado nuevas personas que vienen de tierras lejanas, de la mamá África.
Mucha gente se sienta en los bancos de la plaza, a esperar que caiga la noche, sin nada que hacer, acompañándose solo de una caja de vino.
¿Dónde vivirán? ¿Tendrán algún lugar para refugiarse? ¿Acaso camas calientes?. ¿O debajo de algún árbol o arbusto, tapados con cartones?

El mareo sigue y decido levantarme para recuperarme en una cafetería cercana. Pido un té helado, mientras vuelvo a sacar mi libreta y sigo escribiendo. Espero una amiga que no veía hace tiempo, que no tarda en llegar. Con su conversación me evado un par de horas, en un par de terrazas, pero volvemos pronto a la plaza y el paisaje y los colores han cambiado con la llegada de la noche.Miles de niños vestían de colores la plaza, corriendo, gritando y riendo alegremente.Un grupo de ellos jugaba con un par de cajas, de unos mendigos. Uno se metía en ella y otro la arrastraba: “Voy a darme un paseíto”, decía una de las niñitas que no tendría más de cuatro años.Los padres sentados en los, ya cansados bancos, de la plaza con un bote de cerveza en la mano, las vigilaban de vez en cuando.

Los padres son rumanos y latinoamericanos, que son los que se apoderan del espacio a esta hora, a eso de las 11 de la noche, junto con los mendigos que jugaban como si fuesen los mejores amigos. La discriminación brillaba por su ausencia.

¿Cómo recordarán estos pequeños su niñez cuando sean mayores? ¿La llegarán a recordar?

05 septiembre, 2007

¿Realmente... Blogosfera?

Me sugiere y engancho a la palabra acuñada por Patricia nuestra experta en ese mundo: Blogosfera. ¿Realmente ese es otro trozo-ambiente que nos va envolviendo, así como lo hicieran los gases atmosféricos del planeta? ¿habrá que redefinir el medioambiente y decir tercioambiente?¿Realmente será otro espacio que habrá que cuidar y salvar por que en él nos movemos, vivimos y existimos?¿Y habrá que familiarizarnos con él y llamarlo hermano como ya hiciera Franchesco, el de Asís, con el lobo, la hierba y la luna? ¿Realmente surge como emergencia de lo humano como lo fue lo animal de lo vegetal o éste último de lo mineral? Y, ¿pensaremos a través del espacio virtual, como postulaba Teilhard de Chardin al decir que piedras, plantas y ánimas irracionales se saben y piensan a través del humano? ¿Nos adentraremos y viajaremos en él en sus juegos, redes y blogs hasta que unas voces se levanten y digan que estamos olvidando ese ideal medio humano-urbano con el que comulgábamos y en el que ya no sabemos movernos?

¿ Y lo mismo que hoy los niños que creen que la leche viene del tetra brick, futuras generaciones de púberes e infantes pensarán que todo está tejido de chips y bits? ¿Y su argot será el de la recordada bruja avería que se daba un voltio, era bobina y todo le importaba un faradio? ¿Y ansiaremos salir para CO2xigenarnos de las radiaciones respiradas ante nuestro PC? ¿Algún partidario nos dirá que esto es el desarrollo al que no podemos renunciar para volver al primitivismo de salir con el amigo no computable y desestabilizador? ¿Realmente cambiaremos la naturalidad del cara a cara por la del pantalla a pantalla? ¿Tan sólo escaparemos al “otro” del ambiente humano y urbano para darnos un respiro de lo virtual? ¿y lo haremos en masa, de tal modo que habrá que declarar a las más bellas personas patrimonio protegido con entrada limitada para no desvirtuarlas? ¿Y surgirán exploradores e intérpretes que diseñarán sendas y guías para ese mundo olvidado? Y, ante la previsible masiva prostitución de las relaciones humanas directas, ¿Realmente un día surgirán nuevos guerreros del Arco Iris, simbolizando todos los colores posibles de la piel humana que huirán de esa otra realidad y batallarán por que volvamos a nuestras humanas 4 dimensiones?
¿Realmente...? ... Aaahhgg!!

Juan Gómez Soto
Biólogo