20 julio, 2008

INFORMACIÓN Y SENTIMIENTO

Lo que tiene de desafortunado la sociedad de la comunicación (y de la publicidad) en que vivimos es precisamente eso, que se cumple el primero de sus objetivos. Cada vez estamos más informados, somos incluso más conscientes sobre los problemas (el problema) ambientales y conocemos tan ¿de primera mano? hechos, causas y posibles efectos que ya no sólo somos capaces de polemizar sobre si Raúl es el mejor delantero del Real Madrid y de la Selección y nos atrevemos a negar o a afirmar sin rubor si el cambio climático está sólo en los simuladores de los científicos o es un hecho. Y no sólo eso; la contribución de cada combustible fósil al calentamiento global, el efecto de cada temporada de incendios y la veracidad de la subida o bajada absoluta del nivel del mar son objeto de tertulia y debate entre tapas o mientras paseamos.

Pero, para variar, como sociedad seguimos haciendo poco o, por lo menos, con poca intensidad. Los minúsculos gestos individuales y cotidianos, tan necesarios, se siguen haciendo esperar en la gran mayoría de la población. Quizás se deba a que “encajamos” la información en lugares diferentes, según nos convenga o según nos la presenten los medios de comunicación de masas. La información sobre problemas ambientales suele empezar y acabar en la parte reflexiva y racional de nuestras cabezas. Solamente cuando percibimos la amenaza sobre lo vinculado a nuestro ego (nuestros hijos, el bosque de mi pueblo, la playa en la que nos enamoramos o nuestras futuras dificultades económicas) acaba en la zona afectiva (por favor, neurólogos abstenerse de valorar mi ejemplo; es sólo una forma de contarlo).

Para ver si hay algo de verdad en esa hipótesis, os propongo un juego. Ante dos recientes titulares, valorad sinceramente cuál aporta información ligeramente neutra y cuál emociona, sea cual sea la naturaleza y la intensidad del sentimiento:

- Sebastián destaca que el plan de ahorro de energía será "bastante potente". (9 de julio de 2008).
- El precio del crudo baja hasta los 135 dólares. (9 de julio de 2008).

Siempre se ha dicho que la educación ambiental necesitaba de la información y de la capacitación como ingredientes indispensables que separasen sus propuestas de los dogmas y del adoctrinamiento. Pero nuestra vida y más en concreto nuestro estilo de vida sólo pueden cambiar con sentimiento, con ganas de hacerlo y de que sea perdurable. Empecemos.

Andrés Bermejo

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